COMENTARIO CRÍTICO Y OPINIÓN DE LOS
MATERIALES TRABAJADOS EN EL TEMA 5.
Los materiales tratados en el tema 5, nos explican en qué consiste la
autorregulación y el aprendizaje cooperativo.
Actualmente, pasamos más tiempo estudiando solos que en compañía, la mayoría
de los niños no tienen ninguna motivación interna por estudiar; “estudia” o van
al colegio porque le obligan sus padres. Todo esto, nos lleva a plantearnos el
estudio y desarrollo de la autorregulación. En este comentario crítico y
opinión me centraré en el ámbito escolar.
La autorregulación se define como “el conjunto de mecanismos aprendidos
durante toda la vida que permite dirigir de forma constante y continuada la
conducta propia; para llegar a autorregular nuestro comportamiento, tenemos que
saber autobservarnos, autoevaluarnos y autorreforzarnos. Pero, ¿dónde
aprendemos a autorregular nuestra conducta?, o ¿es una habilidad con la cual
nacemos?
Según lo leído en estos materiales,
aprendemos a autorregularnos, lo que me lleva a la siguiente cuestión, ¿nos
enseñan a autorregularnos?, ¿dónde?
En el colegio, instituto o
universidad, si un alumno observa a su profesor que se autobserva en sus
tareas, es decir, que hace una reflexión de la actividad que llevó a cabo el
día anterior, corrige errores, potencia fortalezas,… el alumno es más propenso
a reflexionar sobre lo que hace, sobre lo que falla en su conducta, a
preguntarse si su comportamiento es el adecuado,… aspecto que podríamos
compararlo con la Teoría del aprendizaje Social de Bandura.
Pero, ¿realmente los profesores
llevan a cabo esta etapa de la autorregulación? En mi opinión, pocos han sido
los profesores que he tenido a lo largo de mi vida académica los que me han
enseñado a reflexionar sobre lo que hago en la escuela/instituto/universidad.
La tarea había que hacerla para llegar a la solución correcta, nos corrigen las
actividades, y pocos son los que hacen una retroalimentación con sus alumnos para
que estos puedan mejorarla.
La segunda etapa de la
autorregulación, es la autoevaluación, que hace referencia al juicio sobre la
propia conducta; esta está muy relacionada con el autocontrol; es decir,
predecir las consecuencias de una acción, chequeo de los resultados (¿lo
hice?), monitoreo de la marcha de la propia actividad (¿cómo lo estoy haciendo?)
y la comprobación con la realidad (¿tiene sentido?). Aquí, la intervención del
profesor es muy enriquecedora. Quizás, mi experiencia me dice que uno de los
departamentos que más nos ayudan a autoevaluarnos es el de matemáticas a la
hora de resolver problemas, ecuaciones, algoritmos,… ya que tenemos que seguir
unos pasos (algunos profesores lo exigen y en selectividad también) para tener
completamente bien los ejercicios. En estas tareas, tenemos que reflexionar si
tiene sentido el resultado, comprobar que lo hemos hecho bien, si nos falta
algún paso,…
Además, para evaluarnos hacemos
comparaciones de nuestra conducta con otra anterior o nos comparamos con
nuestros compañeros; en mi opinión, la primera autoevaluación es mejor, ya que
el compararnos con nuestros compañeros, puede provocar en algunas personas
motivación por superar a ese compañero; mientras que en otros, puede causar
resignación y pensamientos negativos del tipo “jamás seré capaz de hacer esto
porque mi compañero es mejor”.
Por último, con el autorrefuerzo ya tenemos las tres etapas que componen
la autorregulación. En esta etapa el papel del profesor es el de vigilar cuando
el niño se tiene que aplicar el reforzamiento, ¿pero la recompensa de los niños
son proporcionales a la conducta que han realizado? En mi opinión, la mayoría
de los alumnos se aplican un refuerzo si es que se le puede llamar así,
demasiado duradero en proporción a lo que hacen; los niños hacen las cosas
obligados, no por motivación. Un ejemplo de este aspecto puede ser el
siguiente: los alumnos estudian el día antes del examen y como recompensa, no
estudian más hasta el siguiente examen ya que “han estudiado toda la tarde”.
Para que este modelo sea eficaz, se
tienen que seguir todos los pasos. Si enseñamos a los más pequeños desde los
inicios a seguirlos, la conducta del niño puede ser muy eficaz, es él el que se
autorregula, observando su conducta, autoevaluándose y autorreforzándose, no
tendrá ningún inconveniente a la hora de modificar y/o adaptar su conducta,
pues si algo no está bien, sabe que lo tiene que hacer de otro modo. Sin
embargo, creo que nadie nos enseña a seguir estos pasos y ante algo que no está
bien, algunas personas modificamos nuestra conducta, mientras que otros se
frustran y se niegan a corregirla.
Todo esto, está muy relacionado con
el aprendizaje cooperativo (trabajo conjunto hacia un fin). El material expone
diversas técnicas, como son: rompecabezas, equipo asistido de individualización
y cooperación guiada, dirigidas a la E.S.O y Bachillerato.
El trabajo en equipo también puede
ser eficaz en primaria, aunque sea más complicado. Si el profesor va enseñando
estas técnicas desde pequeño, estos pueden ir observando y autoevaluando su
propia tarea, ya que posteriormente las expondrá o explicarán en el grupo y en
la clase y poco a poco se van instaurando la rutina de comprobar que están
haciendo, como lo están haciendo y si lo están haciendo bien. Por lo que se
puede relacionar el trabajo cooperativo con el aprendizaje de la
autorregulación. Pero, ¿se aplica el aprendizaje cooperativo en el sistema
educativo? Actualmente, algunos profesores sí llevan a cabo algunas de estas
técnicas; pero la mayoría de los docentes, creen que con mandar un trabajo
grupal ya están poniendo en práctica este tipo de aprendizaje, concepción
errónea por parte de ellos. Si está comprobado que es más eficaz, ¿por qué no se
aplica?
Quizás porque ello conlleva trabajo
extra por parte del profesor, buena preparación, creatividad, ralentiza la
evolución del temario, y la creencia de que si agrupamos a los niños en grupo,
el fruto es la conversación y el murmullo.
En conclusión, aunque existan
múltiples investigaciones que afirman que el aprendizaje cooperativo y la
autorregulación promuevan un aprendizaje eficaz y autónomo del alumno, en la
mayoría de los centros educativos es
impracticable y se llevan a cabo las clases tradicionales, donde el profesor
tiene un papel activo en la enseñanza y
el alumno es el mero receptor de la información. Con el aprendizaje de la
autorregulación, el profesor va abandonando cada vez más este rol activo y va
pasando el protagonismo al alumno.
Realizado por:
Ana Isabel Gómez Martín
Publicado: 26-04-12